Autismo en la escuela: qué hacer y qué no hacer
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No a todos los niños les gusta colorear o dibujar, pero conviene averiguar si a nuestro pequeño le gustan los juegos creativos. ¿Quizás no le gusta usar lápices de colores? ¿O quizás prefiere las acuarelas o los rotuladores?
Prepara un “camino” especial en el suelo, en el que dispondrás elementos de diferentes formas. Procura que sean suaves y blandos para no herir los pies sensibles del niño. Elige piezas de tela (por ejemplo, lana, terciopelo, seda) o de papel (tejido, cartón). También puedes llenar las bolsas con arroz y guisantes, y utilizar arena cinética.
El pensamiento crítico de Veronelli en la Escuela Superior de Gastronomía
¿Ha oído hablar alguna vez de la “integración sensorial”? Se trata de un tema, en mi opinión, demasiado poco conocido, incluso por los profesionales, pero que también tiene una importancia fundamental para comprender diversas luchas de los niños en su vida cotidiana, tanto en el contexto educativo como en el familiar.
“Cuando el cerebro no procesa bien la información sensorial, normalmente tampoco puede controlar el comportamiento. Sin una buena integración sensorial, el aprendizaje se vuelve difícil, el individuo suele sentirse inseguro y no puede hacer frente con facilidad a las exigencias diarias normales y al estrés”[3].
[2] En la actualidad, la CD:0-3R habla de “trastornos de la regulación y el procesamiento sensoriales”. Ver “CD:0-3R 1ª revisión. Clasificación diagnóstica de los trastornos mentales y del desarrollo en la infancia”, ed. Giovanni Fioriti, Roma, 2008, p. 39 y ss.
Swami Yogaswarupananda, Presidente de Vida Divina
En la primera parte de este artículo comenzamos a conocer la integración sensorial y su importancia para el crecimiento equilibrado del niño. Veamos ahora qué ocurre cuando hay fatiga en este ámbito del desarrollo.
– se mueven de forma torpe y desordenada debido al escaso desarrollo del esquema corporal, se golpean y caen con frecuencia, tienen poca coordinación y su movimiento es poco fluido y armonioso, tienen dificultades para subir escaleras o ir en bicicleta;
– requieren un contacto físico intenso, sostenido y profundo también, por ejemplo, buscando una fuerte presión corporal apretándose en espacios reducidos, exigiendo abrazos muy apretados o lanzándose contra las paredes u otros objetos;
– que le molesten las sensaciones táctiles (las etiquetas de la ropa, los calcetines, ciertas texturas de los tejidos, los materiales sucios, etc.); las luces brillantes; los ruidos (por ejemplo, el niño puede no ser capaz de excluir el ruido del tráfico, estando distraído y desconcentrado) o los olores (hasta el punto de no acercarse, por ejemplo, a ciertos alimentos);
Comida y vino
Lo ideal es que el niño se someta a un tratamiento de rehabilitación neurosensorial adecuado, pero estos ejercicios, que comparto con vosotros a continuación, podrían encajar muy bien en un buen programa de rehabilitación sensorial.
Consigue películas de diferentes colores y muchos rollos de papel higiénico de cartón. Coloca un trozo de película en el extremo del rollo de cartón del papel higiénico y fíjalo con cinta adhesiva o con un adhesivo. Cada niño debería tener uno. Haz que el niño mire a través del tubo para ver qué le gusta. Haz que intercambie el tubo con un amigo. Puedes tener otros 5 preparados en tu zona de juegos para que los niños los usen, o puedes juntar 2 para hacer prismáticos.
Prepara palomitas para los niños. Antes de “reventarlas”, observa las palomitas. Mientras revientan, escuchen y huelan. Si es posible, utilice una máquina de palomitas que permita a los niños ver cómo se hacen las palomitas, mientras se salvaguarda su seguridad. Cuando estén cocidos, obsérvalos de nuevo. Deja que los niños sientan el calor. Deja que se enfríen. Por último, y lo mejor, deja que los prueben.